domingo, 31 de mayo de 2009

fragmentos del Primavera Sound

Otro festival primaveral más, otro año, más drones, notas. A mi impresión esta edición se ha visto marcada por lo inesperado. Artistas ya casi residentes como Sonic Youth, Shellac o Yo La Tengo han ofrecido recitales poco previsibles, más arriesgados, menos convencionales. Estarán ya acostumbrados a pasearse por aquí y pensarán que los habituales se merecen algo un poco distinto. Como ya es tradición, el curioso asistente primaveresco se topa constantemente con propuestas sónicamente dispares; cada año los organizadores buscan una diversidad musical más elaborada. No alabaré sarnosamente la selección porque en el fondo se reduce a cuestión de gustos; pero lo cierto es hay mucha oferta de la cual picar, dependiendo del criterio y del contexto de cada uno de los individuos pululantes por el recinto del fórum estos dias, estas noches. Y cuando uno ha aprendido a husmear bien con antelación, a saber dónde se mete, no puede sino configurarse una ruta digna y adecuada para su espectral sensibilidad auditiva. No negaré que a veces pecan de listillos. Programar, por ejemplo, a Sunn 0))) en un horario más o menos decente es un gesto simplemente tramposillo, de triunfante diablura, de risillas entrecortadas. Salieron los encapuchados a dronear y como es habitual confundieron a los parroquianos; algunos de ellos, muy entregados, demasiado quizás; otros, casi testimoniales, con caras confusas, simplemente expectantes. Alguien dijo, una vez, inspirado en una célebre frase de Gombrowicz, "que maten a Sunn 0)))!", un grito lanzado en plena calle. Quizás su juego empieza a cansar ya. No obstante, ignorado el aspecto teatrero, lo cierto es que musicalmente no desmerecen en comparación a otros ruidistas. Otros que hábilmente se rifaron al público popero fueron My Bloody Valentine; en su canción final (me refiero al concierto que ofrecieron en el exterior - no me consideré lo suficientemente impetuoso como para matar por una butaca en el auditorio), la aplaudida "Soon", decidieron hacer un break de drones ruidosos de unos 15-20 minutos, provocando el éxodo de una substancial porción de los espectadores. Y por supuesto terminaron mencionada canción con un último estribillo, por si alguien había olvidado su inicio. Tuvieron problemas los fotógrafos debido al manager del grupo, un individuo un poco estúpido parece ser, pues no informó a la prensa gráfica de la necesidad de firmar un contrato por tal de sacar instantáneas en el foso. Las historias de siempre. Los cámaras probablemente se lo pasaran genialmente con The Jesus Lizard, con su frontman David Yow saltando por encima del foso y revolviéndose entre el público en un concierto que solamente se puede clasificar de antológico. Se nota que Yow tiene ya una edad, quizás por eso no se bajara los pantalones y restregara el miembro, pero la vivacidad perezosa del stage diving la mantiene intacta. Y por supuesto la maquinaria a su espalda; Denison, McNeilly y Sims violando sus instrumentos con esa pesada (pero creativa) insistencia que caracteriza el sonido reptilesco. El dia siguiente sus amiguetes Bob Weston, Steve Albini y Todd Trainer, compañeros de producción y de discográfica, descargaban atronadora traca en el mismo escenario; Shellac no prestaron demasiada atención a las preguntas lanzadas por los fans, clásicas en sus conciertos (mediante "rondas" de interrogación); lamentablemente, nadie les pidió versiones de los Eagles. Y a media tarde se paseaba el señor Molina con su banda de magnolias eléctricas y caldeaba a un ya solarizado personal; y el dia siguiente a similar hora inspeccionaba y aplastaba el señor Broadrick nuestras sensibilidades sónicas con su ruidosa serenidad y su lacónico respeto. Conciertos para recordar, bajo el sol severo; vías de escape trascendentes, brutales. Y esas escenas, entre grupos, entre ilusiones, esas escenas en el mar...

Y no nos olvidáramos del señor Young. Un pez piedra surgido de las profundidades del rock'n'roll. A ver si vuelve en menos de 22 años.

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